Vivimos en el año 2016 y la vida de los pobladores de la zona rural sigue siendo muy disímil a la de los habitantes de la ciudad, o alrededores. Los puesteros por lo general se dedican a la crianza de animales, tienen sus huertas y “bajan a la ciudad” una vez al mes con suerte, en busca de provisiones. Por lo general, tienen que lidiar con innumerables problemas, los cuales muchas veces no llegan a oído de quien corresponde porque no suelen exponerse, o en su defecto, porque la voz del puestero no siempre es escuchada.

En esta oportunidad la historia terminó bien, con el nacimiento de una niña y su madre en buen estado de salud.

En horas de la noche del domingo Antonella Saravia, de 23 años, comenzó a tener contracciones y junto a su esposo Hernán Lucero pidieron ayuda médica en el Centro de Salud del Sosneado, lo hicieron a través de un llamado telefónico. Esta familia vive en el puesto Isla Grande, en El Sosneado, a unos 20 kilómetros de la ciudad de Malargüe.

Pasaron los minutos y Antonella junto a su esposo Hernán y dos familiares intentaron achicar la distancia, mientras llegaba la ambulancia, por lo que emprendieron viaje hacia El Sosneado. Sin embargo, la naturaleza es la que manda y se vieron obligados a recibir al bebé a un costado de la huella de un camino.

Sin anestesia, sin recursos, bajo un cielo estrellado y una noche helada, Antonella dio a luz. Como todo puestero, el cuchillo no puede faltar y en esta oportunidad les sirvió para cortar el cordón de la niña, a la que llamaron Milagro.

Desde este medio dialogamos con la valiente madre, quien comentó sentirse muy feliz por la llegada de su cuarta hija. Sobre la fecha programa de parto, indicó que era para el 16 de agosto. “Empecé con contracciones y a la media hora nació, fue todo muy rápido”, agregó nuestra entrevistada.

Por su parte, Hernán cumplió un rol fundamental porque supo contener a su esposa y pudo lidiar con esos nervios que le vencían las piernas. “Quiero agradecerles a mi hermano Joselo y a mi prima Soledad, porque ellos me ayudaron en el parto. Tuve mucho miedo y nervios”, reconoció el padre de la niña.

Sobre el pedido de asistencia médica, Antonella explicó: “Empecé con dolor y pidieron una ambulancia allí en el Sosneado, pero no había movilidad por lo que tuvieron que enviar una desde la ciudad de Malargüe.” En tanto que Hernán, ya un poco más tranquilo, reflexionó: “Estamos muy mal con los responsables de la ambulancia en el Sosneado, porque los llamamos y no llegaron. Nosotros somos gente de campo y también necesitamos de esos servicios.”

Cabe aclarar que allí en el Sosneado hay un centro de Salud, donde debería haber una ambulancia en condiciones y con un chofer a disposición. Este servicio de asistencia médica depende de San Rafael.

La familia fue traslada al Hospital Regional y al momento de pasar por la balanza la pequeña Milagro pesó 2.400 kilogramos. La niña está en perfecto estado de salud, al igual que su mamá. “Acá en el Hospital nos atendieron muy bien, no traíamos nada y nos dieron todo”, recalcó Antonella.

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